Nuestra primera parada de hoy nos traslada a la Ópera de Budapest, y nos hacen una visita guiada y explicativa de la misma, destacando algunos apuntes como que se considera el segundo mejor espacio operístico del mundo o que tiene también una de las mejores acústicas gracias a que toda su construcción tiene como soporte de las mejores maderas traidas desde la mismísima Italia.
De allí, cuando estábamos casi saliendo nos comenta la guía que el espacio donde se aloja la zona de souvenirs de la Ópera es muy bello. Y....cuando de ir de tiendas y ver souvenirs se trata......casi media hora dándole un vistazo...
Posteriormente, justo al salir, nos vuelven a recordar las guías la importancia de tener la línea de metro bajo tierra más antigua de Europa, y nos llevan a visitar la estación de Opera que conserva casi la estética de entonces, con un precioso alicatado de la tan carísima porcelana húngara.
De allí nos montamos en el autocar y de Pest volvemos a Buda para tras cruzar el puente Elisabeth subir al también llamado Monte de las Brujas, donde se encuentra esa recreación de la Estatua de la Libertad, y subir al mirador de arriba desde donde se tienen unas vistas magníficas de Pest y de la zona de Buda donde se encuentra el Palacio Real y el Bastión de los Pescadores.
De alli volvemos al autocar para volver a cruzar el río Danubio y desplazarnos hacia el barrio Judio. En el camino, a la orilla del mismo, un montón de pequeñas esculturas que son zapatillas en la acera que representan a los más de ocho mil judios que asesinaron (fusilaron) arrojandolos al río con la ocupación nazi en la II Guerra Mundial.
También nos cuenta la guía como esas importantes vias de comunicación a los lados del río en años de grandes crecidas se inundan lo que colapsa la ciudad.
Para entonces estábamos llegando a ese barrio judío y los autocares nos dejan en la misma sinagoga.
Nuestras guías hicieron un intento de explicación pero todos estaban muy cansados asi que, a punto de dejarles un par de horas de tiempo libre para pasear, almorzar, etc, antes les llevamos a nuestra última parada de la mañana, algo que hay que no perderse en una visita a Bucarest: visitar los bares en ruinas y ver como han hecho de esas casas en ruinas de sus abuelos/bisabuelos un espacio de ocio tan tan original. De verdad, para no perderselo.
A las 15:15 teníamos la hora fijada con los autocares en el punto de encuentro para desplazarnos a la orilla del río y coger nuestro barco.
Y la experiencia, aunque bastante fresca, mereció la pena. El paseo desde el barco es una forma única y distinta de conocer cualquier ciudad, y de ver como todo se construye alrededor del río, y aquí no fue menos con esas vistas al Parlamento, Palacio imperial, Bastión de los Pescadores, Mercado Central, etc...
Algunos , entre el cansancio y el frío, prefieren resguardarse y se quedan en la cabina calentitos, otros no perdemos esa oportunidad para casi ni parpadear desde la zona superior sin temer al frío y otros entran y salen una y otra vez.
Se dan algunos besos de enamorados tras pasar bajo el puente Elisabeth, esa es la tradición, y el momeestrella es cuando nos ponemos a la altura del Parlamento ya que desde el río las vistas son únicas.
Al desembarcar, regresamos al hotel, llega el tiempo libre, pero ante la inquietud de muchos alumnos de querer ir a patinar o la noria, nuestra guía Jose Ángel , que es más apañado que todas las cosas, negocia con los conductores para que nos hagan al menos la ida. Y asi ocurre...
Así que la tarde del jueves se nos va con algunos durmiendo, otros patinando y el resto en la noria y otras atracciones. Y la vuelta, en metro, lo que nos permite usar la línea del metro más antigua de Europa con esas preciosas paradas.
Y luego, nuestra cena y a buscar descansar (algunos), que mañana será otro día...
Buenas noches!
No hay comentarios:
Publicar un comentario